Unidad para la reconstrucción del tejido social
Son los intendentes, dirigentes y la militancia local quienes están en la primera línea, enfrentando las dificultades y buscando soluciones concretas para sus comunidades. La unidad para la reconstrucción se presenta como una necesidad ineludible para el peronismo y el campo nacional y popular.
Hasta hace no muchos años se hablaba de que al peronismo los unió el "espanto", el espanto que surgió tras un gobierno de quienes llegaron al poder cómo la “nueva derecha” que había venido a hacer el " cambio", el cambio que la sociedad buscaba. Un cambio que produjo problemas nuevos con olor a viejo y una deuda que se sigue abultando con el FMI. Después del fracaso de ese intento de giro ideológico se dijo que en esa unidad del peronismo "volvíamos mejores".
Hoy con litros y litros de agua que han pasado debajo de los puentes y varias autocríticas en el seno de las organizaciones, la unidad para la reconstrucción se presenta como una necesidad ineludible para el peronismo y el campo nacional y popular. Las elecciones legislativas de este año han cobrado una nueva dimensión tras la proscripción judicial de Cristina Fernández de Kirchner y las consecuencias de la motosierra de Javier Milei se empiezan a sentir en los bolsillos de los argentinos y argentinas, quienes se ven forzados a endeudarse aún más para sostener un bajo déficit fiscal. La inflación, que se encuentra estancada pero con proyecciones de aumento, no se refleja a la hora de hacer las compras de alimentos ni en el pago de servicios básicos.
El congelamiento de los salarios arrastra a más ciudadanas y ciudadanos a realizar malabares y buscar el sobreexplotarse laboralmente para llegar a fin de mes. Con un estilo de vida notablemente devaluado, esta clase trabajadora está cada vez más empobrecida. Donde los que eran pobres hoy se encuentran aún más lejos y los que aún ni con su propia autoexplotación tienen la oportunidad de resolver las comidas de todos los días, vuelven a recurrir a comedores y ollas populares, que, junto con el frío del invierno, encienden el fuego de la solidaridad comunitaria en muchos barrios populares de nuestra provincia y el país. Frente a este panorama, el peronismo no tiene una oportunidad, sino más bien la obligación de encontrar acuerdos para alcanzar una unidad, no por la unidad misma ni de dirigentes, sino para que vuelva a ser una alternativa de esperanza para nuestra sociedad.
Es fundamental destacar los esfuerzos que están realizando los municipios y los gobiernos locales por sostener las urgencias sociales en un momento en que la ausencia nacional se asemeja a un abandono de hecho sin responsabilidades y parecería hasta el momento sin consecuencias políticas. Son los intendentes, dirigentes y la militancia local quienes están en la primera línea, enfrentando las dificultades y buscando soluciones concretas para sus comunidades.
Para contrarrestar la ausencia nacional, debemos reconocer que la fuerza del peronismo radica en su capacidad para organizarse desde las bases. Esto implica que las intendencias deben reordenar la fuerza y asociarse estratégicamente para optimizar el músculo político y social que tenemos a disposición. La colaboración entre los distintos sectores del peronismo será clave para articular una respuesta efectiva a los desafíos que enfrentamos.
Además, es esencial que la construcción se realice con perspectiva comunitaria. No se trata sólo de ganar elecciones, sino de construir un futuro donde cada ciudadano y ciudadana se sienta representado y parte activa del proceso. Una unidad con olor a Pueblo. La participación comunitaria debe ser el eje central de nuestras acciones, asegurando que las decisiones políticas reflejen las necesidades y aspiraciones de una sociedad cansada de seguir soñando bienestar.
La unidad del peronismo no es solo un objetivo estratégico, sino un imperativo moral. Debemos trabajar juntos, fortalecer nuestros lazos y construir un movimiento que no solo busque el poder, sino que también promueva el bienestar de todos los argentinos. La reconstrucción del tejido social comienza aquí y depende de nuestra capacidad para unir fuerzas y actuar con determinación frente a la crueldad como política de estado.