Despertar con el sonido de un gallo dando un concierto al alba es uno de los tantos bellos momentos que se pueden disfrutar en Hanoi, la ciudad capital de Vietnam.

El Old Quarter, la parte más antigua de la ciudad, es una mezcla imprevisible entre la cultura milenaria del país con sus antiquísimas casas y pasadizos semi secretos, con el feroz y rugiente sonido de las motos que inundan sus calles, adueñándose también de las veredas donde los peatones tienen que ir caminando a paso lento y seguro; sin dar lugar a duda, tratando de evitar de este modo, algún accidente casual en este caos organizado de 8 millones de habitantes y 5,5 millones de motos.

La ciudad vencedora de aquella guerra tan mediática como controvertida, muestra orgullosa su victoria a través de sus muchos museos y monumentos; siendo uno de los más importantes el Mausoleo de Ho Chi Minh donde se encuentra embalsado aquel líder ganador, quien no sólo venció al sur más capitalista, sino también al poderoso país del Tío Sam que se retiró prontamente para que la caída no sea tan estrepitosa.

Como en casi todos los países del Sudeste Asiático, hay un gran mercado nocturno donde pueden encontrarse desde ropa imitación de grandes marcas, hasta productos electrónicos, tales como IPhones de dudosa procedencia. No es tan pintoresco como otros mercados que he visitado, pero su ubicación frente al lagoHoan Kiem, es de lo más lindos que tiene para disfrutar. Por la noche puede verse el hermoso puente rojo iluminado y un cartel gigante con la hoz y el martillo que dan muestras del ferviente ambiente comunista que respira el país, en el cual pese a haber tan sólo un partido, el comunista, claro está, las elecciones siguen siendo obligatorias.

Bonaerenses por el mundo La ciudad de las motos...o Hanói

Frente a este lago también puede disfrutarse uno de los espectáculos más bellos del mundo, según la crítica más especializada, que además fue declarado patrimonio intangible de la humanidad por la Unesco las marionetas de agua. Estos simpáticos muñecos son manejados por un grupo de titiriteros que tienen la mitad de su cuerpo sumergida en el agua y quienes a través de cuerdas que mueven tras el telón,  van representando una bella historia de dragones, campesinos y de dinastías de reyes y príncipes lejanos. Todo esto acompañado de una orquesta en vivo, que le da vida a esas historias a través de los típicos instrumentos y muy dulces voces, que aún sin entenderlas nos transportan a otros tiempos y no hay necesidad de traducción, porque las emociones se sienten, no hace falta entenderlas.

Uno de los imperdibles es el egg coffee, lo que podría traducirse como "café con huevo", que literalmente lo  es. En el fondo de la taza hay un café negro muy fuerte y caliente y sobre éste flota el contenido blanco de un huevo bien frío. Suena bastante rara la descripción, pero es una delicia; como así también la típica sopa vietnamita de pollo, Pho Ga, que se puede disfrutar en alguno de los tantos "restos" de la calle Hang Nom con esos banquitos bajitos, como los de niños de cinco años, instalados también en las veredas donde la vida en Hanói parece transcurrir.

Al caminar hay que tener cuidado de llevar zapatos en buen estado, ya que de lo contrario, habrá zapateros ofreciendo sus servicios en cada cuadra por tan sólo algunos miles de dongs, en el país donde todos son millonarios y no hay monedas para dar propinas.