Bonaerenses por el mundo Villa Alemana, la ciudad chilena de la eterna juventud
Por María Belén Castillo de El Palomar
Me llamo Maria Belén Castillo, tengo 36 años, soy odontóloga y mamá de dos pequeños, Pope y Facu. Vivimos con mi familia en provincia de Buenos Aires hasta el '92. De ahí nos mudamos a Mendoza por el trabajo de papá, allí pude finalizar mis estudios.
Hace 5 años atrás en un bar mendocino conocí a mi marido, José, un chileno que andaba de paseo. Nos enamoramos perdidamente y decidimos que la Argentina no era, en esos momentos, el lugar indicado para que él siguiera con sus negocios. Así fue como armé las valijas, dejé mi casa, trabajo, amigos y familia para empezar mi nueva vida en Chile.
Yo conocía Chile, ya que veraneábamos mucho con mis papás allí... Pero solo conocía los balnearios. No tenía idea de dónde quedaba Villa Alemana. Fue una recibida hermosa ya que encontré que una de sus calles principales se llama Buenos Aires, la plaza principal - Belén-, y al teatro de la ciudad le pusieron Pompeya. Y yo soy de las que piensa que esas son señales.
Villa Alemana está ubicada en la V región de Chile la cual se forma junto a Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué y Concón. Queda a 20 minutos por autopista de la playa y es conocida como la "CIUDAD DE LA ETERNA JUVENTUD" por su clima templado y benigno, lo que beneficia de manera extraordinaria a las personas que sufren enfermedades respiratorias.
Es para mí una ciudad pueblo... Con su peatonal Paseo Latorre desbordante de niños y mayores jugando cartas, damas o domino. Las puertas de los comercios permanecen siempre abiertas, ya que la delincuencia es muy escasa. Las cafeterías y las fuentes de soda abundan y siempre tienen gente en sus mesas. Los vendedores ambulantes vendiendo sopaipillas (tortas fritas argentinas pero con aderezos) y los perros vagabundos llenan las calles.
Sus habitantes son amables y casi todos se conocen, ya que muchas familias antiguas decidieron seguir viviendo acá. Ser VILLAALEMANINO para ellos es un gran honor.
Es un lugar muy tranquilo para criar niños y llevar una vida relajada lejos de la vorágine de las grandes metrópolis. Además cuentan con muchas leyes para apoyar el medio ambiente, el reciclaje y la adopción de pichichos y gatitos. La plaza Belén, los domingos se convierte en el paseo obligado, se ven desde ferias artesanales hasta recitales de rock, pintacaritas y títeres para los niños y gimnasia para toda la familia.
El teatro Pompeya emplazado en el centro de la peatonal invita con sus eventos artísticos varios, obras de teatro y ceremonias de egresados. Tiene dos barrios emblemáticos divididos por la línea del tren, el barrio Norte residencial y el barrio Centro mezcla de comercios, municipios y viviendas. Nosotros vivimos a 10 minutos del centro en una zona de barrios privados y casas quintas. Casi, casi, al pie de los cerros.
Yo sigo extrañando a mi Argentina querida y por eso viajo muy seguido, además solo me separan 5 horas en auto cruzando la cordillera. Hay cosas a las que todavía no me acostumbro... Pero bueno, será cuestión de tiempo.
Y acá estamos con mi familia viviendo plácidamente, disfrutando de una ciudad que se quedó un poco en el tiempo. Tratando de enseñar a nuestros hijos a llevar una vida más relajada y en contacto con la naturaleza.
Así que, el que ande por acá, avise y lo esperamos con un asado.