La crisis sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19 impactó en casi todos los ámbitos de nuestras vidas. Las medidas para intentar minimizar sus consecuencias negativas, en particular el aislamiento social, preventivo y obligatorio, tuvieron efectos en nuestros hábitos. Como investigadores e investigadoras en ciencias sociales tuvimos la intuición de que, a partir de la cuarentena, podía haberse producido un impacto relevante en los patrones de consumo de bebidas alcohólicas. Las charlas con amigos y familiares, los memes que circulaban en grupos de Whatsapp y las publicaciones en redes sociales podían ser indicios de que se estaban produciendo cambios a los que debíamos prestar atención. Lejos de la censura social, muchas veces a través del humor se expresaba la idea de que el consumo de alcohol era la forma de sobrellevar la angustia por la pandemia y/o el hastío por el encierro.

Con el objetivo de ver grandes tendencias en relación a la problemática del consumo de alcohol, decidimos realizar una encuesta online a mayores de 18 años que se encontraran transitando la cuarentena en el Área Metropolitana de Buenos Aires. La encuesta fue respondida por 4613 personas, en su mayoría de sectores medios y con un alto nivel educativo.

Entre los resultados más notorios de la investigación está que el 45% de las personas consumió más alcohol durante la cuarentena que antes. Quienes más aumentaron fueron los adultos de 35 a 44 años, seguidos por los de 45 a 54. La desestructuración del tiempo (tener más tiempo libre o la falta de una rutina estable) fue mencionado como motivo por 7 de cada 10 personas que afirmaron haber aumentado el consumo. Por otro lado, un tercio hizo referencia al impacto emocional que le provoca la cuarentena.

En relación a la frecuencia de consumo, registramos un crecimiento en los dos extremos. Por un lado, se triplicó la cantidad de personas que consume todos los días. Por otro lado, se duplicó el número de personas que no consumen bebidas alcohólicas. En este punto, hay un dato que no debemos descuidar: en jóvenes de 18 a 24 años este porcentaje se multiplicó por 4. El principal motivo mencionado para disminuir el consumo fue la falta de salidas y eventos sociales. No es una novedad y la industria del alcohol lo sabe mejor que nadie: el consumo, entre los jóvenes, se da casi siempre en el encuentro con pares.

Pese a los cambios registrados, nueve de cada diez personas que aumentaron su consumo de alcohol durante la cuarentena no creen que ello afecte su salud, sus vínculos (familiares, de amistades y de pareja) o su trabajo. Es decir, expresado en los términos de nuestro campo de estudios: no consideran que su consumo sea problemático.

Vivimos en una cultura donde el consumo de alcohol, a diferencia de las drogas ilegales, tiene una alta legitimidad. Pese a su carácter legal, el consumo de bebidas alcohólicas puede acarrear, muchas veces, consecuencias más nocivas que el de algunas sustancias prohibidas. Conocer los patrones de consumo, describir sus características e identificar los grupos sociales en los que el problema es más grave son, para usar una frase que hemos incorporado, “actividades esenciales” para la formulación de mejores estrategias de prevención y promoción de la salud.

Aquí se encuentra disponible el informe sobre la encuesta.

Aquí se encuentra disponible el resumen ejecutivo. 

*Sociólogo. Docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Becario posdoctoral del CONICET con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani. En coautoría con Paloma Dulbecco, Daniel Jones, Ana Clara Camarotti y Santiago Cunial (CONICET / Instituto Gino Germani, Universidad de Buenos Aires)