Se acerca el 14-N y el Frente de Todos puede, al menos, celebrar una semana sin recibir grandes golpes ni tirarse tiros en los pies. No es poca cosa, a dos semanas del domingo electoral, para un gobierno que transcurrió los últimos meses entre fuertes tensiones internas que trabaron su despliegue político, graves errores no forzados que limaron su crédito en el electorado y una oposición que se fortaleció en ese escenario y supo aprovecharlo para asestar un golpe casi definitivo en las PASO.

La fecha ayudó. El onceavo aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner el pasado miércoles 27 sirvió como punto de refugio y encuentro ineludible para todo el peronismo oficialista. Con las fuertes diferencias internas sobre el rumbo económico adoptado aún latiendo y los pases de factura por la derrota sin cicatrizar, el ex presidente extendió sus alas desde el más allá para cobijar a Todos y marcar un punto de unidad necesario para el sprint final. El acto en su memoria le permitió a Alberto Fernández, único orador, volver a mostrarse a la cabeza de la coalición y respaldado por todos los socios, a la vez que ofreció la épica de comparar la reconstrucción argentina del 2003 con el desafío del frente para los dos años que le quedan de mandato, con los mismos enemigos y responsables de los pesares argentinos.

Agua en el desierto: días de estabilidad en el Frente de Todos hacia el 14-N

NÉSTOR SALVADOR

“Néstor asumió en una época que se parece mucho al tiempo en que nosotros tuvimos que asumir la presidencia, el 10 de diciembre de 2019” afirmó Fernández el miércoles, y agregó “Estas caras que veo acá reclaman más empleo, más trabajo, más producción; son las mismas caras que veíamos con Néstor en 2003 y son las mismas obligaciones que tenemos ahora”. Con Kirchner como respuesta a todo, el Presidente pudo referirse a dos de los temas calientes de las últimas semanas en el oficialismo: el FMI y las diferencias internas. “Si todavía no cerramos un acuerdo es porque no vamos a arrodillarnos”, “el FMI tiene que hacerse cargo del daño que hizo”, o “voy a cerrar con el Fondo el día que sepa que eso no condiciona el futuro de la Argentina” fueron algunas de las fuertes definiciones que Alberto Fernández vociferó frente a los 30 mil asistentes, apenas unos días antes de un nuevo viaje a Europa para una cumbre del G-20 en la que buscará acercar un acuerdo con el Fondo. Si se trató de una estrategia de presión para las negociaciones, de un intento por contentar a La Cámpora (y por ende a CFK) que ya canta “esa deuda que dejaron no la vamos a pagar, con el hambre de la gente no se jode nunca más”, o una declaración de campaña se verá en los resultados de las reuniones que el fin de semana Fernández mantendrá con mandatarios y funcionarios del Fondo.

En relación a las diferencias internas, que volvieron a emerger con el cruce entre Sergio Berni y Aníbal Fernández respecto al conflicto Mapuche en Río Negro, Fernández volvió a apoyarse en Néstor que, en palabras del Presidente, “nos enseñó que nadie es dueño de la verdad”. Las “diferencias y matices” que Fernández reconoció al interior del oficialismo quedaron subsumidas en un escenario que reunió a toda la primera plana del Gobierno (excepto la Vicepresidenta, quien nunca asiste a los aniversarios del fallecimiento de su compañero) tras la figura del Presidente, y un estadio colmado por la militancia, organizaciones y sindicatos.

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A diferencia del 17 de octubre donde el peronismo se mostró dividido en dos convocatorias, esta vez La Cámpora y el Movimiento Evita acordaron en la organización y coparon las tribunas del estadio de Deportivo Morón junto los Camioneros de Hugo Moyano y Nuevo Encuentro, la organización del Intendente anfitrión, Lucas Ghi. Frente a una coalición que quedó atada con alambres tras la categórica derrota en las PASO, el fallecido ex presidente volvió a prestar, desde su legado, sus invaluables servicios de armador político en un momento caliente.

A EUROPA CON LOS PROPIOS, Y CADA UNO EN LO SUYO

Este sábado y domingo se llevará a cabo en Italia la 16º Cumbre del G-20, y hacia allá partió el Presidente con una tropa poblada de jugadores propios y la agenda copada por la necesidad de un acuerdo con el FMI. Como anillo al dedo para Todos, el primer mandatario sale de la difícil escena interna, donde el kirchnerismo y los Intendentes continuarán agarrando la papa caliente de la campaña, y al mismo tiempo asume la centralidad de un evento y una temática fundamentales sin los condicionamientos de los demás socios de la coalición. Cada uno en lo suyo, el kirchnerismo y los jefes comunales lanzados a la tarea de reconectar con el electorado desencantado, y el albertismo centrado en resolver el principal problema macroeconómico que asoma para el 2022.

Acompañarán a Fernández la flamante vocera Gabriela Cerruti, el ahora Canciller Santiago Cafiero, Martín Guzmán, Julio Vitobello, Gustavo Béliz, Cecilia Todesca (ahora secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería), Juan Manuel Olmos (Jefe de asesores presidenciales), Cecilia Nicolini y el Embajador en los Estados Unidos, Jorge Argüello. Un equipo de leales con el que el Presidente afrontará la gira de la que espera traerse un posicionamiento de los países del G-20 a favor de la eliminación de las sobretasas que cobra el FMI y por la creación de un fondo de resiliencia de la pandemia, que sería una nueva línea de créditos del Fondo.

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Con respecto a la eliminación de las sobretasas, Fernández ya obtuvo en su anterior gira europea el respaldo de los mandatarios de España, Francia, Portugal e Italia, y un pronunciamiento de las principales potencias del mundo significaría una carta fuerte en la negociación con el Fondo para no pagar esos montos excesivos. En relación al fondo de resiliencia, se trata de una propuesta de Guzmán planteada a los ministros de economía de los países del G-20 y que, de aprobarse en las condiciones propuestas que incluyen mayores plazos y facilidades para los pagos, podría permitirle a la Argentina negociar la tan deseada extensión del límite de los 10 años que fija el actual crédito Stand By.

Este punto es uno de los principales planteos de Argentina hacia el Fondo, y al interior del FdT es también motivo de insistencia por parte del kirchnerismo, que ve en esa extensión de plazos la principal herramienta para cumplir con la deuda sin hacerlo a costa de ajustes que se traduzcan en mayor pobreza. Alberto Fernández lo conversará mano a mano este sábado con la titular del Fondo, Kirstalina Georgieva, con Angela Merkel y el presidente español Pedro Sánchez, y el domingo con el primer ministro canadiense Justin Trudeau y la Reina Máxima de los Países Bajos. El gran deseo, aún sin confirmación, es lograr una bilateral con el Presidente estadounidense, Joe Biden.

MIENTRAS TANTO EN LA PROVINCIA

Con el Presidente de gira, el kirchnerismo y los Intendentes seguirán llevando adelante la campaña de cercanía que se definió tras la derrota en las PASO. Esta semana Kicillof reunió a su gabinete, los principales candidatos y los Intendentes de la Primera y Tercera Sección electoral en La Plata para unificar la línea de acción. La estrella del encuentro fue el consultor Catalán Antoni Gutiérrez Rubí, responsable de la nueva campaña del SÍ, quien se reunió también la semana pasada con el gabinete nacional con el objetivo de coordinar los discursos de todo el oficialismo.

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El principal mandato de Rubí fue focalizarse en ejes temáticos del “metro cuadrado” de la gente, los problemas cotidianos de la inflación y los precios, el poder adquisitivo y el empleo. Asistieron al llamado del Gobernador los jefes comunales de Pilar (Federico Achával), General Las Heras (Javier Osuna), Navarro (Facundo Diaz), General San Martín (Fernando Moreira), Ituzaingó (Alberto Descalzo), Mercedes (Juan Ignacio Ustarroz), Marcos Paz (Ricardo Curuchet), Hurlingham (Damián Selci) y Tigre (Julio Zamora), por la Primera. A su vez, desde la Tercera se acercaron Mayra Mendoza (Quilmes), Alejo Chornobroff (Avellaneda), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Fabíán Cagliardi (Berisso), Alejandro Granados (Ezeiza), Marisa Fassi (Cañuelas), Marina Lesci (Lomas de Zamora), Andrés Watson (Florencio Varela), Juan José Mussi (Berazategui), Mario Secco (Ensenada) y Nicolás Mantegazza (San Vicente).

Otra muestra de unidad de esta semana tuvo que ver con el reencuentro entre Kicillof y el Intendente de Escobar, Ariel Sujarchuk. El jefe comunal había lanzado durísimas declaraciones tras la derrota en las PASO, al afirmar en una entrevista con Clarín que veía irremontable el resultado electoral y que el Gobernador había hecho poca campaña, se había recluido entre los suyos y no había escuchado a los Intendentes. La presión de Sujarchuk puede entenderse, entre otras cosas, por el hecho de no tener posibilidad de reelección en 2023 y no haber sido considerado para algún cargo de relevancia que le diera la posibilidad de salir de su función municipal para luego retornar y poder presentarse nuevamente como candidato, jugada que desplegaron varios  jefes comunales de la provincia. Lo cierto es que tras la tensión que generaron sus declaraciones y hasta las versiones que circularon sobre su posible salida del FdT, esta semana tanto Kicillof como Alberto Fernández visitaron la Expo Escobar y hubo abrazos y fotos de unidad.

ETIQUETADO FRONTAL, CONTROL DE PRECIOS Y EL DÓLAR DÍSCOLO

La unidad y la tropa alineada no son las únicas alegrías de las que el oficialismo puede agarrarse a dos semanas de las generales. La semana que termina también dejó algunas victorias políticas que, aunque no fueron de esos goles que dan vuelta partidos, suman al escenario de tranquilidad que permite encarar mejor la campaña.

La primera fue la sanción de la tan discutida Ley de Etiquetado Frontal. En la noche previa al acto de unidad por el aniversario de la muerte de Kirchner, Diputados aprobó el proyecto por amplia mayoría, con una no despreciable cantidad de votos negativos de parte del Bloque de Juntos por el Cambio. La victoria para el oficialismo fue doble: por un lado, la sanción de una Ley indiscutiblemente al servicio de mejorar la calidad de vida de la población y con una altísima aprobación en la ciudadanía; por otro, dejar en evidencia a la oposición, que no había dado el quórum semanas atrás para tratar el proyecto con la excusa de que querían incluir otros en el orden del día y el oficialismo se negaba, y que con sus más de veinte votos negativos quedó en offside como la defensora de los intereses de las empresas.

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Otro punto en el que el oficialismo avanzó en estos días fue en la implementación del control de los precios de 1.432 productos determinado por el flamante secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, y que suscitó conflictos desde el momento de su anuncio. Si bien la norma no termina de estar delineada al detalle y suma a la imagen de improvisación de las medidas post PASO del Gobierno, le dio el FdT un eje discursivo para intentar mostrar un cuidado hacia los castigados bolsillos de la población, fuentes del voto castigo. Feletti ya afirmó que la segunda quincena de octubre marcó una caída de 10 puntos en la inflación de los productos congelados.

Además, el control de precios también le permitió al oficialismo al menos un intento de alinear su tropa y condicionar a la oposición. Hubo reuniones del secretario de Comercio Interior con Intendentes y Gobernadores para apuntalar el control, y la negativa en público de referentes opositores a la medida podrá alimentar al núcleo de votantes antiperonistas, pero posiblemente los deje también en una posición antipática con el fluctuante electorado del centro al que cualquier alivio al bolsillo le significa una noticia positiva en el contexto de la inflación indomable. Quizás la mancha en esta cuestión sea el video que la oposición reflotó en estos días de Alberto Fernández criticando a CFK en una entrevista en TN por mandar a “los chicos de La Cámpora” a controlar precios. Más allá de que no impacte por fuera del mundillo de la política, no deja de ser una piedrita más en el zapato de la relación entre el Presidente, la Vice y su base política.

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El título del que se agarraron toda la semana los medios opositores para golpear al Gobierno en sus días tranquilos fue la disparada del dólar. La moneda estadounidense superó en el mercado ilegal del blue el techo que había tocado en el 2020, y cerró la semana a $198. Si bien el volumen operado en ese mercado no alcanza el 1% del total de las transacciones con esa moneda, e incluso el Banco Central viene sumando reservas por unos 500 millones de dólares en lo que va del mes, la barrera psicológica de la cotización a $200 está a punto de quebrarse, con la implicancia que eso tiene en las expectativas económicas y la opinión pública. Es de esperarse que este siga siendo uno de los principales temas con el que bombardeen al Gobierno hasta las elecciones, y si el espiral sigue ascendente el oficialismo deberá cuidarse de una posible corrida.

En este escenario se va arrimando el oficialismo a las elecciones que reconfigurarán el mapa político del país para los próximos dos años. Luego de tantas turbulencias, una semana de relativa calma y estabilidad es agua en el desierto para seguir caminando hacia las urnas.