Una de los conceptos más difíciles de explicar en un aula latinoamericana, por lo tanto en Argentina, es la definición y diferenciación de Estado, Gobierno y Partido Político. En el manual pareciera ser bastante simple, pero en la práctica los límites suelen ser más difusos, y esos límites se desvirtúan aún más en tiempos electorales.

Luego del resultado de las urnas el Estado/gobierno/Frente de Todos decidió recoger el guante. A sólo dos días de las PASO, el Jefe de Estado en una visita al municipio de Almirante Brown dijo “Les pido que ninguno de nuestros militantes baje los brazos, con más convicción que nunca vamos a golpearle la puerta al vecino que no fue a votar y expliquémosle que lo que está en juego es su futuro, no el del Gobierno. En noviembre no interrumpamos la Patria que empezamos”. Acto seguido, libreta en mano fue a hacer un timbreo en algunos municipios como el de Ezeiza y el de Luján.

Al mismo tiempo, el Gobernador anuncia 220.000 viajes de egresados gratis para los estudiantes secundarios y apertura de los boliches bailables. Algunos intendentes, fieles a su ADN comenzaron a repartir bicicletas, zapatillas y dinero en efectivo.

Por el otro rincón, Facundo Manes recién llegado a la política, apenas comenzó la campaña asombrado dijo “Espero que no gasten los impuestos de los porteños en la campaña”. En su bautismo se enfrentó a la realidad, esto es lo que se hace, un secreto a voces de la política. Desvío de fondos estatales para gastos de campaña. Sólo en la provincia de Buenos Aires, hubieron 40.000 mesas de votación, a 2.000 pesos por fiscal, cada partido político debe gastar 80 millones de pesos, solamente para garantizar que su boleta no sea robada en ninguno de los 135 municipios. A eso hay que sumarle la impresión de 26 millones de boletas en las PASO y otras 26 millones en las generales, por partido político. Gastos de campaña, de instalación, etc. Eso sólo se puede hacer con recursos del Estado; la cercanía con la Capital Federal, favorece el impacto del candidato Diego Santilli en el conurbano, mientras que el interior hay mucha intendencia radical. El Estado/Gobierno/Juntos lo hace sentir.

Cuando alguien Presidente, Gobernador, Jefe de Gobierno o Intendente, es no sólo Jefe de Gobierno, sino también Jefe de Estado, es decir de todos. Deja de alguna manera de tener una función partidaria, y mucho más cuando se trata de recursos públicos.Ver como camiones de basura municipal, paradas de micros, carteles oficiales, llevan el nombre del miembro del Poder Ejecutivo, es una apropiación personal del Estado.

Hay Ley de Financiamiento de Partidos Políticos y límites a las inauguraciones de obras públicas en tiempos de campaña. Totalmente insuficientes y con grados de hipocresía.

Esta nota no trata de atacar el “gasto de la política”, este autor sostiene que la democracia cuesta compromiso, militancia, voluntad…. Y dinero. Pero la utilización de recursos públicos con fines partidarios se convirtió en parte del folclore de la política argentina, es decir uno de los males estructurales de la política nacional. Estos últimos días, sólo muestra una de sus caras más patéticas y visibles, la búsqueda de comprar voluntades. Una forma de hacer política tan efectiva como atrasada en 50 años.

La utilización del recurso del Estado para una campaña, hace difícil la posibilidad de diferenciar: Estado, Gobierno, Partido Político y Líder. Los nombres y los colores oficiales se mezclan con una campaña particular.

Los detentadores del poder del Estado, lo reproducen permanentemente. La cancha en la política Argentina esta inclinada, la maquinaria electoral aceitada y el Estado aguanta los trapos, en un deporte en donde la pelota se mancha todos los domingos.

                *Lic. En Ciencia Política. Docente e Investigador de la UBA/USAL/UAI. Autor de varios libros sobres Sistemas Electorales. Autor de “Buenos Aires es cosa de Barones”. Twitter: @GusGonzalezok