
La politicidad de las acciones juveniles
¿Están preparados las y los jóvenes para votar? ¿Cuán cerca o lejos están de la política? ¿Hay candidatas y candidatos jóvenes en las listas? ¿Cuál es el rol de las juventudes en las campañas electorales? ¿Es correcto que voten las y los jóvenes a los 16 años?
Entiendo que te molesta, la empatía te cuesta
Y si ahora gritamos y cantamos en modo de protesta
Es porque preguntamos bien y nadie nos dio una respuesta
Se creen dueños, salgan del medio, lo digo en serio
WOS
En cada proceso electoral que se atraviesa en Argentina las juventudes son un foco de atención y análisis a partir de la siempre interesante relación entre juventud y política. Desde hace años, programas televisivos realizan informes, entrevistas a jóvenes y dirigentes políticos sobre dicha relación. Estas, entre otras, son algunas de las preguntas que invaden las pantallas y los portales web. Desde esta perspectiva, el análisis de la relación entre juventudes y política tiene al menos dos limitantes. Por un lado, una mirada reduccionista de pensar a la participación política juvenil solo constreñida al ámbito electoral y al interior de los partidos políticos. Informes e investigaciones demuestran los porcentajes altos o bajos de jóvenes en los comicios, los comparan con años anteriores y aventuran hipótesis sobre las distancias y brechas que existe entre las propuestas político-partidarias y las demandas juveniles.
Por el otro, hay implícitas dos nociones generalizadas y hasta hegemónicas. La siempre mencionada apatía juvenil, llevando la mirada de la desvinculación política siempre a las y los jóvenes y no preguntando sobre el quehacer de los partidos en relación a las juventudes. La otra noción implícita, está relacionada con pensar a las y los jóvenes desde una etapa de transición y preparación para la vida adulta, en la cual resalta la incompletitud y la incapacidad para que las y los jóvenes se involucren en la política.
Planteado esto, preferimos enfocar la relación juventudes y políticas con “las lentes” de la politicidad de las prácticas juveniles, que, si bien son menos explícitas para la opinión pública, son un potente mirador para pensar y reflexionar sobre las juventudes contemporáneas. En este sentido, pensar la politicidad de las juventudes desborda los límites y reglas de la política traducida en el mero ejercicio electoral.
Así partimos de entender que las y los jóvenes despliegan un heterogéneo y vasto repertorio de sentidos y experiencias en torno a lo político y a la política. Pensar en la politicidad de las acciones juveniles permite dar cuenta de las diferentes construcciones de sentidos contra hegemónicos del “hacer política” para las y los jóvenes. Es así que la participación juvenil debe ser reconocida en distintos ámbitos, desde las diversas expresiones culturales, los trabajos voluntarios y comunitarios, la injerencia en organizaciones que promueven derechos, e incluso los espacios y lugares de encuentros recreativos. En dichos ámbitos, lo que trasciende son los sentidos que le imprimen a la noción de lo público, y es ahí donde radica la politicidad de sus acciones. Las y los jóvenes llevan en su vida cotidiana la práctica política, en sus cuerpos, en su lenguaje, en sus códigos, en sus posicionamientos, en la escuela, en el territorio, en la forma en que usan y se apropian del espacio público.
Pensar la relación entre juventudes y política nos exige pensar de otra manera. Limpiarnos los vidrios de las lentes tradicionales (institucionales y adultocéntricos) y empezar a mirar más a la política (sus límites y reglas de juego) y a la politicidad de las prácticas juveniles. ¿Será que las y los jóvenes se encuentran lejos de la política o es la política (con mayúscula y en términos profesionales) la que prefiere esa lejanía? Las y los jóvenes no van a esperar que los adultos habiliten sus voces y posiciones en listas electorales. Las juventudes vienen siendo protagonistas en los movimientos feministas y de derechos de la diversidad sexual, son los motores del cambio de paradigma en el pensamiento ambiental y ecológico, y en el invisible (o poco visible) trabajo en territorios fomentando el lazo solidario y comunitario.
En definitiva, como se puede leer en el epígrafe en los versos de WOS, las y los jóvenes tienen cosas para decir sobre lo público, quieren ser escuchadas y escuchados sobre sus intereses, sus sentidos sobre la forma de vivir juntos, quieren respuestas a sus propuestas. Y es urgente y necesario que la “Política” pueda leer, entender y recuperar la dimensión política de las diversas prácticas juveniles. Quedará entonces una pregunta, que más que cerrar una nota de opinión, abre un inmenso terreno movedizo e incierto: ¿está la política preparada, y fundamentalmente dispuesta para acercarse a las juventudes?
*Politólogo. Docente e investigador UNR / UNL. Twitter: @diegoberre