La plana mayor de Juntos presentó el viernes pasado lo más parecido a un futuro programa en materia social en caso de volver al poder, algo que pese a que suena prematuro a 18 meses de la próxima elección continuará haciendo con otras áreas de gestión durante las próximas semanas. El documento planteaba varias cuestionamientos a la forma en que el gobierno del Frente de Todos afronta el problema de la pobreza (sin autocrítica del paso por la Rosada de Macri, que había prometido “Pobreza Cero”) y basaba sus propuestas en varios puntos que ya se aplican en administración de Horacio Rodríguez Larreta, quien no deja de mostrar su gestión como “modelo” a implementar a nivel nacional a partir de 2023. Sin embargo, varios informes recientes desmienten esas supuestas bondades y muestran una Ciudad que se empobreció durante los últimos años. 

Pese a que la Capital del país es el segundo distrito del país más rico si se toma únicamente su participación en el PBI (20,6 por ciento del total), la pobreza creció cinco puntos desde antes de la pandemia hasta hoy. Saltó del 15,3 por ciento durante el último cuatrimestre de 2019 por ciento al 20,3 por ciento en el mismo período de 2021, último dato disponible de la Dirección de Estadísticas y Censos porteña.

Lo más curioso es que durante 2020, el Estado nacional, según reportes del Ministerio de Interior, invirtió unos 24 mil millones de pesos para la contención de la Ciudad, entre IFE y ATP. No sucedió lo mismo con las arcas porteñas, con una inversión netamente menor, que prácticamente tuvo al sistema de salud como único foco. Como contrapartida, se empezaron a notar algunos coletazos de ajuste en programas sociales como el subsidio habitacional porteño durante 2021 y ya se habla de un recorte del 50 por ciento de ese presupuesto específico destinado a contener a los sectores de menores recursos.  

En el distrito de Larreta, la riqueza tampoco se distribuye de manera equitativa. Los contrastes entre las zonas de mayores recursos (Recoleta, Belgrano y el resto de los barrios del norte) y el resto surge en prácticamente todos los indicadores estadísticos. Cuanto más cerca del conurbano, la ciudad se vuelve más pobre. La pobreza “multidimensional”, el más concreto de todos, es elocuente: alcanza sólo al 8% de los habitantes de los barrios de Norte, llega al 19% de los de la zona Centro y trepa al 37,2% de los de la zona Sur, según la propia Dirección de Estadísticas local. 

La Ciudad tampoco se recupera de la pandemia y la pobreza sigue siendo más alta que en 2019

Esas diferencias se amplían en términos políticos si se tiene en cuenta que el Producto Bruto Geográfico (PBG) per cápita porteño alcanzó en 2020 los USD 21.067, que triplica el promedio nacional. Tal como aseguró el ministro Wado de Pedro, esos niveles económicos se explican por los tributos que dejan las principales empresas del país, que tienen sus sedes administrativas en la Ciudad, como el caso de YPF, a la que se propone mudar al interior. Los recursos están, lo que falla es la distribución. 

Los números de la recuperación económica de estos años son similares, por otra parte, a los muestra el país en su conjunto y de los que se agarra el Gobierno nacional para graficar que la macro funciona. La tasa de actividad económica creció un 2.6% por encima de 2020, pero sigue en -1.7% por detrás del registro de 2019. Algo similar sucede con la tasa de empleo: mejoró un 5,7% respecto de 2020 pero sigue casi un punto (0,8%) por debajo de 2019.

Según un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP) de principios de Mayo, el 41,4% de la población porteña manifiesta algún grado de fragilidad de ingresos. En gran parte, por la “pandemia macrista”. “Durante el período 2015-2021 se verifica una situación de empobrecimiento generalizado, incluso entre los porteños de mayores ingresos: crece el estrato bajo que involucra población debajo de la línea de pobreza junto a la clase media “baja” y retroceden las clases medias y acomodadas. Estas últimas caen especialmente hasta el 2019”, reza el informe del instituto que dirige Claudio Lozano. 

Buena parte de los ingresos de los porteños, además, se van en los alquileres, con los valores más altos del país. En promedio, un monoambiente en la Ciudad se pagaba en mayo $43.000, según el relevamiento que realiza todos los meses el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz. “El Salario Mínimo Vital y Móvil, que en abril es de $ 38.940, cubre el 90,6% de un alquiler. En el caso de quienes cobran la jubilación mínima ($32.630), dicho haber les alcanza para cubrir el 75,9% del alquiler de un monoambiente”, dice el informe. 

A la par del proceso de inquilinización, también creció en la última década la población en villas, que “ascendió un 19%, 32 veces más que el crecimiento demográfico del 0,6%”, dice el estudio de IPYPP. “En cantidades poblacionales ello implicó que 38 mil personas más se sumaran a vivir en viviendas y barrios en condiciones deficitarias en cuanto al acceso de los servicios de infraestructura básica. Dicho de otra manera: en la ciudad por cada niño/a nacido/a, una persona pasó a vivir dentro de una de las villas de la jurisdicción”.

Un punto aparte merece el de la población en calle. Mientras para el Gobierno porteño el número permanece estable en torno a las mil personas desde 2017, las organizaciones de la sociedad civil denuncian que ese guarismo es diez veces más importante y llega a las 10 mil personas, unas 2500 más que en 2019, cuando el “censo popular” había contado una 7251.