No es ninguna novedad decir que la crisis derivada de la pandemia por el Covid-19 ha iluminado y exacerbado una innumerable lista de desigualdades e inequidades. Entre ellas, las que pesan sobre las mujeres y diversidades: violencia doméstica agravada por las medidas de encierro, feminización de la pobreza, brechas salariales y desempleo, mayor carga de las tareas de cuidado, entre muchas otras.

Sin embargo, en este espacio, me referiré a cómo la pandemia y las crisis subsiguientes han impactado en las mujeres que hacen política, poniendo el foco en los acantilados de cristal, qué son y cómo afectan sus carreras políticas.

LAS MUJERES Y EL COVID: EL HOSPITAL, LA CALLE, LA CASA Y EL GOBIERNO

El rol de las mujeres en las primeras respuestas al Covid-19 fue crucial: lideraron las primeras líneas de combate dentro del sistema de salud, donde son mayoría y están expuestas a mayores riesgos; en la calle como lideresas comunitarias organizaron redes de contención para niños y otras mujeres, así como también denunciaron y exigieron condiciones sanitarias justas y equitativas (1); en los hogares como cuidadoras; y desde el gobierno como jefas de Estado o ministras demostraron adoptar medidas más eficaces para manejar la crisis sanitaria con un liderazgo más horizontal, colectivo y colaborativo. Así lo han demostrado las jefas de gobierno de Alemania, Dinamarca, Eslovaquia, Etiopía, Finlandia, Islandia y Nueva Zelanda destacadas por la rapidez, transparencia y comunicación asertiva con la que se tomaron y comunicaron las medidas sanitarias. En otros casos, como en Canadá, Etiopía, India, Madagascar, Banjul (Gambia), Barcelona (España), o la propia Argentina, las expertas en medicina y salud ocuparon puestos claves de liderazgo y encabezaron las conferencias de prensa diarias y anuncios de servicios públicos. Según un estudio de ONU Mujeres, “en 2019 –antes de la pandemia– casi la mitad de la población mundial (47%) creía que los hombres eran mejores líderes políticos que las mujeres. Hoy en día, las menores tasas de muertes por COVID-19 y la eficacia de las políticas de contención del virus en países liderados por mujeres refutan las normas sociales discriminatorias que impulsan esas creencias” (2) .

LAS CRISIS DESPUÉS DE LA CRISIS

El actual gobierno nacional del Frente de Todos asumió con un fuerte compromiso hacia la igualdad de géneros. Fue un compromiso programático, pero también un reconocimiento del movimiento feminista como una de sus bases de apoyo y movilización más importante. En este sentido, se creó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género en la órbita del Ministerio de Economía, se designaron a feministas en el gabinete y se impulsó una agenda de derechos sexuales y reproductivos, de reconocimiento e identidad, contra la violencia y los cuidados integrales, entre otras. 

Sin embargo, no tardaron en hacerse notar la falta de financiamiento de las nuevas estructuras y la poca escucha a las mujeres feministas dentro del gobierno, lo que generó la renuncia de algunas de ellas. Por si fuera poco, la salida de ministras y mujeres en primeras líneas fue la variable de ajuste ante cada necesidad de “reacomodar o relanzar” el gabinete. Dicha suerte corrieron las ex ministras de Seguridad, Sabina Frederic, de Desarrollo Territorial y Hábitat, Eugenia Bielsa, de Justicia y Derechos Humanos, Marcela Losardo, de Economía, Silvina Batakis, la vicejefa de gabinete de ministros/as, Cecilia Todesca, y la ex titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont. Todas fueron reemplazadas por varones y solo Marcó del Pont y Todesca reemplazaron a un funcionario saliente varón. La paridad de géneros en el poder ejecutivo cada vez más lejos. 

Curiosamente, ¿o no?, sí se acordaron de las mujeres cuando los desafíos se hicieron urgentes y el colapso inminente. Carla Vizzoti asumió al frente del Ministerio de Salud en medio de la pandemia tras el estallido del escándalo del “vacunatorio vip”. Silvina Batakis asumió al frente del Ministerio de Economía Nacional luego de la renuncia de su antecesor cuestionado por su gestión desde diversos sectores (socios de la coalición gobernante, movimientos sociales, la oposición) en torno a la renegociación de la deuda externa, y los magros resultados en indicadores como inflación, pobreza, la redistribución de la riqueza… 

Ambas funcionarias no solo comparten una extensa trayectoria y expertise en sus respectivas áreas, sino sobre todo, el haber asumido en momentos muy complejos y difíciles de la gestión arriesgándose a ser responsables de los resultados de procesos puestos en marcha antes de sus nombramientos. ¿Y por qué lo hacen? Porque saben que no tienen las mismas chances que sus pares varones de acceder a altos puestos de gobierno. 

Este fenómeno fue definido por los académicos británicos Michelle Ryan y Alex Haslam (2004) como “acantilados de cristal”, denotando que cuando las mujeres son nombradas para el puesto más alto a menudo la organización está lidiando con una crisis e incluso puede estar al borde del colapso. Ante estas coyunturas críticas, los varones prefieren ceder espacios de poder para no asumir las responsabilidad mientras que las mujeres son requeridas por sus características estereotipadas como “femeninas” tales como la empatía, la creatividad, la escucha. Sin embargo, después de haber solucionado el problema, corren mayor riesgo que sus pares varones de ser despedidas. Batakis lo sabe muy bien, solo 24 días después de “agarrar la papa caliente” fue reemplazada por un “superhombre” quien apareció como el único capaz de resolver todos los problemas, los políticos, los económicos, los electorales y los externos. Sin mencionar que durante esos días de gestión recibió múltiples formas de violencia política y exigencias por ser mujer que su reemplazante varón no ha tenido.

Recapitulando, el liderazgo de las mujeres en la gestión de la pandemia y las crisis subsiguientes ha sido fundamental y ha demostrado la importancia de la participación y designación de mujeres y diversidades en diferentes áreas y niveles de toma de decisión para el diseño, la gestión y el monitoreo de los planes de respuesta, recuperación y resiliencia para garantizar la inclusión de las necesidades, garantías y derechos de los grupos vulnerabilizados. 
 

(1) Por solo mencionar un ejemplo, recordemos a Ramona Medina, dirigente del movimiento Garganta Poderosa quien murió por Covid reclamando por acceso a agua potable en la Villa 31. https://www.diagonales.com/caba/murio-ramona-medina--la-vecina-de-la-villa-31-que-denuncio-la-falta-de-agua_a6213b18c25ae55da014780d1 

(2) COVID-19 Y LIDERAZGO DE LAS MUJERES: PARA RESPONDER CON EFICACIA Y RECONSTRUIR MEJOR