En las últimas semanas se conocieron los datos de la pobreza por ingresos y se modificó el llamado “impuesto a las ganancias”. Ambas cuestiones atañen a los ingresos percibidos por les argentines, sea que se plantee ¿cuántos impuestos se le cobran a quienes ganan altos ingresos? o, incluso, ¿dónde comienzan “los altos ingresos”? Pues la modificación del mínimo no imponible pone el foco en el piso que se ha de ganar para estar alcanzade por el impuesto. Sea que nos preguntemos ¿cuántes son les que perciben un ingreso tan bajo que no alcanza ni para comprar la canasta de bienes y servicios considerada necesaria para no ser pobre? Estamos hablando, en definitiva, acerca de cómo se distribuye el ingreso en la Argentina.

Pongamos el foco en les trabajadores que verán sus ingresos de bolsillo incrementados por la modificación de ganancias. Para ello, es necesario antes tener en cuenta que la distribución del ingreso se presenta por deciles (10 grupos, cada uno compuesto por el 10% de la población total), es decir, si tenemos 200 personas, se armaría una suerte de fila en la que a quien menos ingresos percibe se le da la posición 1 y a quien más la 200, para luego dividir dicha fila en 10 grupos de 20 personas cada uno. Les de menos ingresos (posiciones 1 a 20) serán el primer grupo o decil, les de más (posiciones 181 a 200) el décimo decil. Esta medición, además, no tiene en cuenta el patrimonio, los bienes personales que se posean (auto, casa, etc.), sólo el ingreso percibido mensualmente (de la misma manera en que los bienes personales tienen un impuesto específico, distinto del que grava los ingresos). Por lo que dos personas de igual ingreso estarán en la misma posición, independientemente de que una de ellas sea inquilina y la otra propietaria. Dicho esto, ¿en qué decil piensa usted que está?

Es central tener en cuenta que se trata de una cuestión relativa (la palabra “distribución” ya lo indica), pues se mide cuán grande es la porción de la torta que le toca, en comparación a las otras. Eso no implica que esa porción sea suficiente para usted, que con ella llegue sin aprietos a fin de mes, y viceversa; llegar apretado a fin de mes no quiere decir que se tenga un ingreso bajo, ni siquiera uno medio, si por esto entendemos les que se ubican entre el quinto y sexto decil (posiciones 81 a 120, de las 200). Entonces, ¿puede no llegar a fin de mes quien percibe un ingreso relativamente alto? Que es también: dado que el impuesto a las ganancias lo pagan sólo quienes perciben ingresos relativamente altos (a diferencia del IVA que lo pagan por igual incluso quienes están por debajo de la línea de pobreza), ¿puede la reciente modificación permitir que lleguen mejor a fin de mes quienes tienen ingresos relativamente altos pero sólo elles?

Pensémoslo a partir de un par de casos concretos, todos correspondientes a personas en torno a los 40 años de edad y que pagaron el impuesto a las ganancias durante 2020. Siempre el más a mano es el propio, un investigador del CONICET, cuyo salario se vio fuertemente deteriorado durante el gobierno de Cambiemos, al punto de tener una pérdida del poder adquisitivo de en torno al 40% (es decir, si en noviembre de 2015 con ese salario se compraban 100 pizzas, en noviembre de 2020 sólo alcanzó para 60). A ello se agrega un salario como docente universitario, dando un total de 88 mil pesos (redondeo) por 49 horas semanales trabajadas, en noviembre de 2020. En caso de vivir sole, esto es, de constituir un hogar de una sola persona, entonces el ingreso per cápita de ese hogar (entendido como el total de ingresos percibidos por todes les integrantes del hogar, dividido el número de tales integrantes) sigue siendo 88 mil, lo cual lo posiciona en el décimo decil –el 10% de hogares que más ganan–, pues el piso de ese decil estaba en 50 mil pesos, en el último trimestre de 2020.

Proyectemos esto para lo que se suele considerar una “familia tipo”: una pareja con dos hijes. Si ambes son docentes e investigadores, entonces trabajan 98 horas semanales por un total de 176 mil pesos que, divididos los 4 integrantes del hogar, marca un ingreso familiar per cápita de 44 mil pesos. Ello los posiciona en el noveno decil, grupo conformado por los ingresos que van desde los 36.000 a los 50.000 pesos. Ese hogar, con sus ingresos fuertemente deteriorados por las políticas de Cambiemos, está entre el 20% de los que más ingreso perciben. Otro caso, también con trabajos que suelen considerarse de “clase media” (en el amplio sentido que esta categoría tiene en la Argentina): una pareja de profesionales, ambes trabajadores de hospitales públicos bonaerenses, con una carga de 36 horas semanales, a lo que une de elles agrega otro trabajo, de 30 horas semanales, en el sector privado. Un total de 102 horas semanales, para percibir ingresos por casi 204 mil pesos, en noviembre de 2020. Como la pareja tiene dos hijes, el ingreso per cápita de ese hogar es de casi 51 mil pesos, superando el piso del décimo decil.

Trabajos, mayoritariamente en el ámbito público, de una clase media profesional que paga un alquiler, sufre las expensas y ni sueña con cambiar el auto, adquirido como usado y que ya tiene cerca de 20 años. A la vez que tienen salarios relativamente altos, entre el 10 y 15% más alto. Lo invito a que calcule su posición (la información es pública, se encuentra en este vínculo: https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-4-31-60), que es también preguntarse ¿cómo están mis ingresos en relación con los del resto de mis compatriotes?

En este contexto de salarios deteriorados y una inflación que no se desacelera, la modificación del impuesto a las ganancias va a permitirle a no pocos hogares de trabajadores llegar menos apretados a fin de mes, a la vez que es una medida inequitativa, pues sólo beneficia a una parte de quienes (relativamente) más ingresos perciben. Únicamente puede aparecer como equitativa para un punto de vista centrado en el 20 de más altos ingresos, es decir, que abstrae esa parte del conjunto, invisibilizando su posición relativa. Descentrar la mirada es ver los muchos sentidos que, incluso dentro de la amplia clase media, tiene el “no llegar a fin de mes”, es también intentar sentir el sinsentido de ese 42% (más de cuatro deciles) de pobreza.

Sin embargo, esto no es negar que muchos de los hogares integrantes del noveno y décimo decil hoy llegan apretados a fin de mes, ni afirmar que cambiar el auto o alguna vez dejar de ser inquilino sean pretensiones inaceptables. Antes bien, apenas se busca reintroducir esa relatividad en la propia mirada, para también desde allí ver nuestra situación, que en tanto propia la sentimos absoluta. Captar así cómo se puede estar ajustado y, a la vez, tener altos ingresos, cómo una medida política puede a un mismo tiempo brindar un cierto alivio a sectores trabajadores de las clases medias y ser inequitativa. No se trata de un simple ejercicio intelectual (que aprehende dialécticamente un proceso concreto), sino de la posibilidad de dar cuenta de uno de los rasgos que evidencian la fragilidad y complejidad de la situación económica de la Argentina actual.

*Sociólogo, Investigador del CONICET en el IDAES-UNSAM y docente de la UNLP